Confucio: Analectas, capítulo 15 Zigong preguntó: «¿Hay alguna sola palabra que pueda guiarnos toda nuestra vida?» El Maestro respondió: «¿No sería la reciprocidad? Lo que no desees que te hagan a ti, no se lo hagas a los demás.»
Buda y las cosas agradables (en el Udanavarga) Por donde se mire, no hay nada más querido para el hombre que él mismo; entonces, como lo mismo es lo más querido por vos y por los otros, no lastimés a los otros con lo que te duele a vos mismo. Así como la ciudad fronteriza está protegida por trincheras, el que quiera ser feliz que se proteja.
Juan B. Bergua: el Avesta, Zoroastro y la regla de Oro Los judíos entraron en contacto con los iranios y conocieron la doctrina de Zarathustra. Lo aprendido se legó al cristianismo y luego al islam: la inmortalidad del alma, la resurrección, el juicio final, la existencia de lugares de recompensa y castigo, la esperanza en un Salvador y el dualismo.
Juan B. Bergua sobre Zoroastro (continuación) Volvamos a nuestro personaje: hasta Zoroastro todas las ya innumerables religiones eran apócrifas; carecían además de autor: se habían ido formando en el tiempo por obra de la fantasía lanzada por el camino de lo desconocido, a favor de dos poderosos impulsos: el miedo y la necesidad de ayuda.
Reciprocidad y regla de oro: Historia de un campesino elocuente Los oficiales cometen delitos, la ley toma partido y los jueces ocultan al que roba. Es una parodia. Quien debería castigar el delito comete crímenes. ¿Quién castigará el mal? Quien debería llevar recto a los demás, pervierte. Hacé lo que querés que hagan. El gobernador conduce descarriado.
Jorge Luis Borges: El Sur «Mañana me despertaré en la estancia, pensaba», y era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres. Vio casas de ladrillo sin revocar, esquinadas y largas...
Ernesto Sabato sobre Pitágoras Como todos los personajes históricos, Pitágoras es un ente que se propaga en el espacio y en el tiempo, fuera de sus límites carnales y después de su desintegración física. Para la posteridad, el Pitágoras que nació en la isla de Samos casi no interesa; nos interesa más mito construido.