Montesquieu: el impacto de la inmortalidad del alma en las leyes

En todas las épocas y partes, la creencia mal entendida en la inmortalidad del alma ha causado que mujeres, esclavos, súbditos, amigos, se hayan matado para acompañar en otro mundo al que era objeto de su veneración. El dogma entendido como resurrección, en cambio, produce una impresión prodigiosa.

Montesquieu: el impacto de la inmortalidad del alma en las leyes
Contexto Condensado

Volvamos por un rato a la Francia de la Ilustración, de la mitad del siglo 18. Vamos al Espíritu de las Leyes según Montesquieu, uno de los tratados más influyentes y fundamentales de la historia política moderna que vivimos ahora, uno de los más completos, cuyas reflexiones se ven reflejadas en las leyes de varias de las constituciones que rigen el mundo occidental y democrático en el que vive casi la mitad de la población que habita el globo hoy por hoy. Así como el libro de Voltaire, a quien acabamos de leer en este trip sobre la inmortalidad del alma, este libro se publica en Ginebra. Así como el de Voltaire, es incluido en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica. Así como el de Voltaire, que vino después, indaga en los dogmas de las religiones, y Montesquieu se mete de lleno en la influencia de éstas en la creación de las leyes. El título completo de la primera edición (1748) es impronunciable sin pararse a tomar aire: Sobre el espíritu de las leyes o de la relación que las leyes deben tener con la constitución de cada Gobierno, las costumbres, el clima, la religión, el comercio, etc., a lo que el Autor adjunta las nuevas investigaciones sobre las leyes romanas relativas a las sucesiones, sobre las leyes francesas y sobre las leyes feudales. Por lo menos deja claro lo que estudia.

El tratado del señor de la Brède y barón de Montesquieu se divide en 31 libros. Es en el libro vigesimocuarto, en los capítulos 19, 20 y 21, donde este señor se ocupa de que la verdad o falsedad de un dogma influye menos en la sociedad que el uso o abuso que se hace de este dogma. Se ocupa específicamente de la inmortalidad del alma, y lo hace mientras habla sobre la relación entre leyes y religión en cada país. Al final y al cabo, las leyes las creamos en base a la ética y la moral de los tiempos; éstas vienen influenciadas por las costumbres y las creencias que tiene el pueblo para el que se crean. Antes de las leyes, y ahora en conjunto con las leyes, los dogmas religiosos ayudan en el mismo fin: controlar el comportamiento de la gente. Nombra Montesquieu algunos “dogmas falsos, pero muy útiles” en la antigua Persia, que se parecen al razonamiento de Platón según nos contó Hannah Arendt; aquí todos coinciden en que los dogmas tienen consecuencias políticas.

Sobre el tema que nos incumbe, nos complementa aquí Montesquieu lo comentado por Voltaire: los confucianos, dice, no creían en la inmortalidad del alma, tampoco los primeros estoicos; los taoístas, al contrario, sí lo creían, como los cristianos. Pero, ¿cuáles son las consecuencias de creer o no creer en ello? No te spoileo lo que dice el autor, y te dejo con él, en la traducción de 1921 del escritor y ministro de guerra español, el gobernador de Madrid, don Nicolás Estévanez Murphy.

Autor: Montesquieu

Tratado: Espíritu de las Leyes (1748)

Libro 24: De las leyes con relación a la religión establecida en cada país, considerada en sus prácticas y en sí misma

Capítulo 19: La verdad o falsedad de un dogma influye menos en que sea útil o pernicioso que el uso o abuso que se hace de él

Los más verdaderos y más santos dogmas pueden tener funestas consecuencias cuando no están ligados con los principios de la sociedad, y a la inversa, los más falsos pueden tener consecuencias admirables cuando están relacionados con estos principios.

La religión de Confucio niega la inmortalidad del alma; tampoco creía en ella la secta de Zenón. Pues bien, ambas sectas dedujeron de sus malos principios consecuencias admirables para la sociedad. La religión de los Tao y de los Foe cree en la inmortalidad del alma; pero de un dogma tan santo ha sacado consecuencias espantosas.

En todas las épocas y en todas partes, la creencia mal entendida en la inmortalidad del alma ha sido causa de que las mujeres, los esclavos, los súbditos, los amigos, se hayan matado para acompañar o servir en otro mundo al que era objeto de su veneración o de su amor. Así pasaba en las Indias de Occidente; así entre los Dinamarqueses.[1] Todavía sucede en el Japón,[2] en Macasar[3] y en otros lugares de la tierra.

Semejantes hechos no emanan tan directamente del dogma de la inmortalidad del alma como del de la resurrección de los cuerpos, del cual se ha sacado la consecuencia de que el individuo tiene después de muerto las mismas necesidades, sentimientos y pasiones. Desde este punto de vista, el dogma de la inmortalidad produce en los hombres una impresión prodigiosa; y es porque la idea de una simple mudanza de vivienda está más al alcance de nuestro entendimiento y es más grata a nuestro corazón que la idea de una transformación nueva.

Para una religión no es bastante el establecer un dogma: le es necesario, además, el dirigirlo. Es lo que hace de una manera admirable la religión cristiana en lo que se refiere a los expresados dogmas; nos hace esperar un estado en que creíamos aunque no lo conociéramos ni lo sintiéramos: todo en ella, hasta la resurrección de los cuerpos, nos conduce a ideas espirituales.


  1. Nota del Autor: Véase Tomás Bartholin, Antigüedades dinamarquesas. ↩︎

  2. Nota del Autor.: Relación del Japón en la Colección de los viajes, etc. — Nota del Traductor: Lo que aun sucedía en tiempo de Montesquieu, se ha repetido en el siglo XX: por haber fallecido el emperador se suicidó un general. ↩︎

  3. Nota el Autor: Memorias de Forbin. ↩︎


Capítulo 20: Continuación de la misma materia

Los libros sagrados de los antiguos Persas decían: Si quieres ser santo instruye a tus hijos, porque todas las cosas buenas que ellos hagan te serán imputadas. Aconsejaban también casarse, porque los hijos serían como un puente el día del juicio y quien no tuviera hijos no podría pasar. Estos dogmas eran falsos, pero muy útiles.

Capítulo 21: De la metempsicosis[1]

El dogma de la inmortalidad del alma se divide en tres ramificaciones: la de la inmortalidad pura, la de un simple cambio de morada y la de la metempsicosis, es decir, la de los Cristianos, la de los Escitas y la de los Indios. Acabo de hablar de las dos primeras: en cuanto a la tercera, esto es, el sistema de los Indios, diré que produce buenos o malos efectos según que haya sido bien o mal dirigido. Como inspira a los hombres cierto horror el derramamiento de sangre, hay pocos homicidios, y aunque no se castiga a nadie con la pena de muerte, vive en paz todo el mundo.

Por otra parte, las mujeres allí mueren quemadas al quedarse viudas: las personas inocentes son las únicas que no fenecen de muerte natural.


  1. Nota de la RAE: Doctrina religiosa y filosófica de varias escuelas orientales, y renovada por otras de Occidente, según la cual las almas transmigran después de la muerte a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior. ↩︎


Nombra a:

Confucio - Conectorium
Confucio (孔夫子; Kǒngfuzǐ; K’ung-fu-tzu; literalmente “Maestro Kong”; Qufu, Lu, 28/09/551 a. C. - Lu, 11/04/479 a. C.) fue un reconocido pensador chino, considerado uno de los pensadores más importantes de la historia. Su doctrina recibió el nombre de confucianismo.​ Procedente de una familia noble ar…

Referencia a:

Lao-Tse: voluntad e inmortalidad
Conocer a los demás es inteligencia; conocerse a sí mismo, sabiduría. El que conquista a los demás es poderoso; el que se conquista a sí mismo, fuerte. El que se contenta con lo que tiene es rico; el que desea más, ambicioso. Perseverar es voluntad; la vida eterna significa morir y no perecer.

Cf. de Conectorium

Hannah Arendt: la consecuencia política de la inmortalidad del alma
La consecuencia política más importante de la mezcla de política romana y filosofía griega, fue dejar a la Iglesia que elevara a categoría de dogma ideas del primer cristianismo, basadas en mitos platónicos: un elaborado sistema de premios y castigos en el más allá para las buenas y malas obras.
Voltaire: Antigüedad de la idea de la inmortalidad del alma
No creo que exista un solo sistema moderno que no se encuentre en los pueblos antiguos. Los edificios actuales los hemos construido con los escombros de la antigüedad. El dogma de la inmortalidad del alma es la idea más consoladora y al mismo tiempo la más reprimidora que el humano ha concebido.

#francés#inmortalidad del alma#Nicolás Estévanez