Enciclopedia Católica: Vacunación & Edward Jenner

La gente poseía un método protector eficaz contra la viruela desde los tiempos más antiguos. Se dice que los brahmanes del Indostán transfirieron el veneno de la viruela a personas sanas mediante incisiones en la piel. En China, la gente se tapaba la nariz con incrustaciones de viruela.

Enciclopedia Católica: Vacunación & Edward Jenner
Contexto Condensado

La Catholic Encyclopedia fue publicada en 1913 por The Encyclopedia Press en Nueva York. Ofrecía información sobre temas relativos a los intereses, acciones y doctrina católicos, sin dejar de lado varios avances científicos, culturales ni personalidades del mundo de la ciencia, arte y literatura que practicaban su fe.

A continuación, extraemos de su artículo Medicina la sección sobre la vacunación y su principal figura, Edward Jenner. El artículo fue escrito por el el austríaco Leopold Senfelder, y fue traducido en enero de 2022 en esta casa, hasta la fecha la única traducción que se pueda encontrar al español de este retazo. Al final, conectamos su historia con la introducción de la vacunación a Inglaterra, gracias a la reina y Lady Mary Wortley Montagu, y a Rusia, gracias a la emperatriz Catalina la Grande.

Capítulo 5 de nuestra serie Sobre la Vacunación.

Autor: Enciclopedia Católica

Artículo: Vacunación (1913)

Sección: Medicina

Vacunación y Edward Jenner

Parece que la gente poseía un método protector eficaz contra una de las epidemias más destructivas, la viruela (variola), incluso en los tiempos más antiguos. Se dice que desde una antigüedad remota, los brahmanes del Indostán transfirieron el veneno de la viruela (secreción de las pústulas) a personas sanas mediante incisiones en la piel, con el objeto de protegerlas contra nuevas infecciones provocando una enfermedad local. En China, la gente se tapaba la nariz con incrustaciones de viruela. Una transferencia peculiar con una aguja (inoculación)  se usaba entre los circasianos y georgianos. Este método supuestamente griego llegó a ser conocido en Constantinopla hacia fines del siglo XVII, y fue introducido en Inglaterra por Lady Wortley Montagu, esposa del embajador inglés, quien había vacunado con éxito a su propio hijo en 1717. A pesar de la fuerte aprobación de la corte y la aristocracia, la inoculación encontró una violenta resistencia por parte de los médicos y el clero. El descuido, la charlatanería y su mala reputación hicieron que el método fuera olvidado, hasta que en 1746 el obispo Isaac Maddox de Worcester, mediante la enseñanza popular y el establecimiento de instituciones para la inoculación, proclamó una vez más su valor. Entre los médicos que estaban a favor de la inoculación estaban Richard Mead (1673-1754). Robert y Daniel Sutton (1760, 1767), Thomas Disdale (1767). Théodore Tronchin (1709-1781) y Haller. En Austria fue introducido por van Swieten, a cuya sugerencia Maria Teresa [I de Austria, única soberana de la casa de Habsburgo], en 1768, llamó a Viena al famoso naturalista Jan Ingen-Housz (1730-99), a pesar de la oposición del profesor clínico de Haen. Mientras tanto, apareció otro competidor a la inoculación. En los países dedicados a la ganadería se observó que los que entraban en contacto con vacas enfermas de viruela enfermaban con frecuencia y tenían pústulas en los dedos, pero tales personas eran inmunes a la viruela humana. Esto incitó al médico Edward Jenner (1749-1823) a continuar haciendo experimentes durante veinte años. El 14 de mayo de 1796 realizó su primera inoculación con la linfa de la viruela bovina (vacunación), un experimento de importancia mundial. El descubrimiento de Jenner fue recibido en todas partes con aprobación entusiasta. Las primeras vacunas en el continente fueron realizadas en Viena por Jean de Caro en 1799 y por sus contemporáneos Alois Careno (m. 1811) y Paschalis Joseph von Ferro (m. 1809); en Alemania, por Georg Friedrich Ballhorn (1772-1805) y Christian Friedrich Stromeyer (1761-1824); en Francia, por Rochefoucauld-Liancourt. La inoculación protectora con vacuna se introdujo en casi todos los estados civilizados durante el siglo 19, en parte por libre elección y en parte por leyes que imponen la vacunación obligatoria.


Retrato de Catalina la Grande, por Dmitry Levitsky

“Vacunación obligatoria” es donde quería llegar. Podemos leer una primera carta de Lady Mary Wortley Montagu—quien no solo fue la “esposa del embajador inglés” y quien introdujo la inoculación en Europa, como la describe el austríaco Leopold Senfelder, autor de este artículo para la Enciclopedia Católica publicada en 1913, sino también una excelente escritora, poeta, dramaturga, editora y exploradora—, o podemos leer el primer postulado de Edward Jenner, o postulados de Louis Pasteur—inventor de las vacunas contra el ántrax, el cólera y la rabia, entre 1880 y 1885—, o hacer una reseña sobre la historia de las epidemias; pero esta serie sería muy larga y carecería de conflicto. Y el conflicto social de la inoculación es lo que vamos a tratar.

Ya sabemos que la inoculación no se inició con Jenner, ni se inició en Europa, ni se inició en el siglo 18: el proceso es antiguo; pero el siglo 18 fue donde comenzó la Ilustración, fue el primer Siglo de las Luces (el segundo es el actual), y en aquella época algo pasó con el ser humano que empezó a descubrir cosas y a adquirir una mentalidad de producción masiva. No por nada la primera Revolución Industrial empezó en este momento de la historia (la cuarta es la actual, denominada también, cómo no, en perfecta armonía con los términos contemporáneos, Industria 4.0). Sucedió con esta revolución medicinal, la vacunación, lo que sucede con toda era transformadora: se llenó de charlatanes, fanáticos, defensores y detractores. Y este es el tema que estudiaremos, porque los pro- y los anti-vacunas existen desde principios del 1700. Deja claro el autor del artículo que los primeros en adoptar las nuevas medidas fueron los de clases acomodadas o educadas, exactamente como sucede ahora, y la “violenta resistencia” venía “por parte de los médicos y el clero”. Los doctores, después, se fueron volcando de lado; los del clero tardaron el tiempo suficiente como para que una parte considerable de los cristianos sigan manteniendo su oposición 3 siglos después.

Volviendo al siglo 18, la otra mujer importante en la historia de la vacunación fue Catalina II la Grande, nacida en Polonia en 1729, considerada alemana, nacida luterana y convertida cristiana ortodoxa, y que fue emperatriz de Rusia desde 1762, el año en que moría Lady Montagu, hasta 1796 (las condiciones de su ascenso y reinado son historia aparte). Esta mujer agrandó el imperio ruso llegando hasta Turquía y Polonia—pasando por los territorios de los circasianos—, fue escritora, introdujo en Rusia la cultura y la medicina europea, y para introducir la inoculación contra la viruela fue la primera persona en ponérsela. En 1787 escribió una carta al conde Piotr Aleksandrovich pidiendo la aplicación masiva de la inoculación en las provincias, carta que se subastó junto con un retrato suyo hecho por Dmitry Levitsky por poco más de un millón de dólares en noviembre de 2021. En 1768, el mismo año mencionado de María Teresa I de Austria, soberana de un territorio hoy compuesto por los Países Bajos, Alemania, Hungría, Croacia, Austria, parte de Italia y parte de Polonia (las otras dos partes las tomaron Federico el Grande de Prusia y Catalina la Grande)—en 1768, Catalina, otra déspota ilustrada, en una carta a Voltaire, con su inoculación recién celebrada (también a manera de fiesta nacional), llamó a los anti-vacunas “verdaderamente tontos, ignorantes o simplemente malvados”. Voltaire era especialista en hacer buenas migas con aristócratas y gobernadores de la época; sirva de ejemplo Federico el Grande de Prusia, a quien Catalina también escribió en pro de la inoculación luego de que él le aconsejara “no correr el riesgo”. De entre los que no quisieron correr el riesgo en la Europa del siglo 18, 5 reyes y más de 15 candidatos a sucesores murieron de viruela, enfermedad que se llevaba allí a 400 mil personas por año en el pico de la pandemia (0,2% de su población); hoy las vacunas salvan a 9 millones anuales en el mundo. Entre los perdidos se cuenta al amado rey Luis XV de Francia; su hijo fue inoculado inmediatamente luego de ascender al trono. Voltaire, el francés que intercambió una larga amistad con Catalina la Grande, es el tercer actor importante en la propaganda pro-vacunas de ese siglo; leemos a continuación lo que dijo en su carta más famosa sobre el tema.

Enciclopedia Británica: Vacunación
Vacunación (del latín vacca, vaca), término originalmente ideado para un método de inoculación protectora contra la viruela, consistente en la transferencia intencional al ser humano de la enfermedad eruptiva del ganado denominada viruela bovina (vaccinia).
👈🏽 SOBRE LA VACUNACIÓN, CAPÍTULO 4

Voltaire: Sobre la inoculación
Se afirma en Europa que los ingleses son tontos y locos. Tontos porque les dan la viruela a sus hijos para prevenir que la tengan; locos, porque transmiten un moquillo a sus hijos para prevenir un mal incierto. Los ingleses llaman cobardes y antinaturales al resto de los europeos.
SOBRE LA VACUNACIÓN, CAPÍTULO 6 👉🏽

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