Edelmayer y Rauscher: relación entre el Sacro Imperio y Prusia: las fronteras son grises

Los territorios de la Orden Teutónica sirven muy bien para explicar los problemas de la pertenencia al Sacro Imperio. A causa de unos privilegios por parte del Emperador y del Papa, que la Orden había recibido en el siglo XIII, sus territorios no eran feudos del Sacro Imperio. Aquí inicia Prusia.

Edelmayer y Rauscher: relación entre el Sacro Imperio y Prusia: las fronteras son grises
Batalla de Grunwald, librada en la guerra polaco-lituana-teutónica el 15 de julio de 1410, por Jan Matejko (1878)
Contexto Condensado

Temas recurrentes en estas últimas semanas de paz, guerra, lengua y cultura han sido Carlos V, el Sacro Imperio Romano Germánico, y lo alemán. La conjunción de estos tres es un poco complicada para los que no vivimos en Europa y nos gusta la historia (porque para los que no les gusta no es complicada, porque no les importa). Pero, a ver, intentemos desenmarañarla un poquito, y sentar las bases de lo que siglos después llevó a un nacionalismo en el que sucumbió Europa.

Carlos V nació el año 1500 en la ciudad de Gante, en el condado de Flandes, hoy parte de Bélgica, cuando esto era dominio de los reyes de España vía la Casa de los Habsburgo o Casa de Austria, casa a la que pertenecía Carlos. Este condado fue parte después de las Diecisiete Provincias que Carlos unió bajo el título de Señor de los Países Bajos, países que se rebelaron contra España a su muerte. Carlos llevaba este título, y era también Carlos I de España, lo que incluía todos los territorios de esta corona en América. También fue rey de Nápoles y Sicilia, en ese tiempo el Reino de las Dos Sicilias: de Nápoles era Carlos IV, y de Sicilia era Carlos II. Fue Carlos I en Cerdeña. Fue duque de Borgoña y Archiduque de Austria. Y Carlos V en el Sacro Imperio Romano Germánico, del que era emperador. En ese momento, entre 1520 y 1558, el Sacro Imperio, a grandes rasgos, estaba formado por Italia (al norte de la península, que no era parte de las dos Sicilias; Carlos era rey de Italia) y Germania (hoy Alemania, parte de Polonia, parte de República Checa, Austria, Suiza y parte de Francia; Carlos era rey de Germania).

O sea, Potosí y Berlín estuvieron durante un tiempo bajo el mando de la misma persona.
Esta mezcolanza de herencias y territorios, uno diría que son una bendición, pero también son una cruz, porque hay que mantenerlos, hay que controlar revueltas y sentimientos nacionalistas e independentistas. Tenía problemas por un lado con Polonia, y con el Imperio Otomano en la siempre complicada frontera de Hungría. Además, tenía a Francia acorralada, y Francia no se quería dejar. Recordemos que un siglo después de este período viene el dominio cultural de lo francés, antes de que domine lo alemán. De esto último, veamos dónde comienza: en la zona fronteriza del Sacro Imperio con Polonia-Lituania. Quién pertenecía y quién no pertenecía al Sacro Imperio, era difícil de comprender (lo sigue siendo hasta ahora); esto llegó a pasar hasta con Flandes. Aclaremos estas dudas, o no; y de paso conozcamos el origen de la Prusia que terminó siendo cabeza de la moderna Alemania, en lo que ahora es el norte de Polonia.

El texto que sigue fue escrito por Peter Rauscher y Friedrich Edelmayer, historiadores de la Universidad de Viena. Fue publicado en diciembre del año 2000 en el número 60 de Hispania. Revista Española de Historia. Aquí podés encontrar el ensayo completo (dejo fuera todas las notas al pie). Mañana lo vinculamos al federalismo.

Como nota final: La Orden Teutónica (Orden de los Caballeros Teutones u Orden de los Caballeros Teutónicos del Hospital de Santa María de Jerusalén), en alemán Deutscher Orden, es una orden religioso-militar fundada en Palestina en 1190, en la Tercera Cruzada, por caballeros germanos, siguiendo el modelo de la Orden del Temple o de los Caballeros Templarios 👁. De Palestina subieron a Venecia, luego a Rumania, y terminaron conquistando territorios en el norte de Polonia, donde se asentaron. Su capital, donde vivía el Gran Maestro, fue Königsberg, hoy Kaliningrado.

Autores: Peter Rauscher y Friedrich Edelmayer

Ensayo: La frontera oriental del Sacro Imperio en la época de Carlos V (2000)

Capítulo 3: El Noreste: La desintegración del territorio de la Orden Teutónica en Prusia y Livonia

Los territorios de la Orden Teutónica sirven muy bien para explicar los problemas de la pertenencia al Sacro Imperio. A causa de unos privilegios por parte del Emperador (la llamada Bula Dorada de Rimini, 1226) y del Papa, que la Orden había recibido en el siglo XIII, sus territorios no eran feudos del Sacro Imperio. Estos privilegios no sólo valían para los territorios de la Orden en Prusia y en el Báltico, sino también para sus posesiones en Suabia y en Franconia, esto es, en zonas que estaban casi en la corazón del Sacro Imperio. Los privilegios eran el signo de la protección especial que las dos supremas potencias de la Cristiandad occidental, el Emperador y el Papa, prestaban a la Orden. En su lucha contra los «paganos» la Orden consiguió la formación de un territorio, que lindaba con toda la costa del Mar Báltico entre la bahía de Danzig/Gdańsk y Livonia [hoy Letonia y Estonia] y que no estaba dentro del sistema feudal del Sacro Imperio a causa de sus relaciones especiales con el Emperador.

Cuando, en el siglo XIV, los lituanos aceptaron la fe cristiana y romana, la Orden Teutónica no sólo entró en una crisis por perder su destino de luchar contra los «paganos», sino que el reino unido de Polonia y Lituania aumentó su presión sobre los territorios de los caballeros teutónicos. En el Concilio de Constanza el rey Segismundo ofreció a la Orden el establecimiento de relaciones feudales con el Sacro Imperio, lo que el Gran Maestre declinó rotundamente. A pesar de esto las relaciones entre la Orden en Prusia y el Sacro Imperio fueron bastante estrechas durante todo el siglo XV. Además los caballeros teutónicos conquistaron territorios en el oeste de sus dominios y llegaron así hasta las fronteras del ducado de Pomerania, un feudo del Sacro Imperio. Hay que añadir que la Orden tenía en su poder parte del marquesado de Brandeburgo y administró un feudo imperial desde 1402.

Con la llamada Segunda Paz de Thorn/Toruń del año 1466 cambiaron radicalmente las relaciones entre la Orden Teutónica y el reino de Polonia. La Orden perdió Prusia occidental, que a partir de esta fecha paso a formar parte de la Corona de Polonia. Para el resto de sus territorios la Orden tuvo que aceptar la protección del rey de Polonia, aunque las relaciones con el Emperador y el Sacro Imperio no se interrumpieron totalmente. Sobre todo el Maestre Teutónico, la suprema cabeza de los territorios de la Orden dentro del Sacro Imperio, recibió la investidura con estos feudos por parte de Maximiliano I y además la dignidad de un príncipe del Sacro Imperio.

Territorios de la Orden entre 1260 y 1466

En la Dieta imperial de Augsburgo del año 1500 la Orden pidió una ayuda de los Estados imperiales contra Polonia. La reacción de la Dieta fue ambigua: los Estados confirmaron, por un lado, el derecho de la Orden a pedir ayuda imperial, por otro, exigieron al Gran Maestre de recibir sus feudos por parte del Sacro Imperio. La Orden se negó a aceptar esta condición, de forma que las relaciones entre el Sacro Imperio y el Gran Maestre y su territorio en Prusia quedaron poco claras, lo que quiere decir, que, en un estricto sentido jurídico, era imposible definirlas.

El Gran Maestre Alberto de Brandeburgo participó a principios de los años veinte del siglo XVI en unas Dietas imperiales y estaba totalmente integrado en las negociaciones de los Estados imperiales, lo que prácticamente significaba que Prusia estaba aceptada como parte del Sacro Imperio. Pero cuando Alberto pidió ayuda militar contra el reino de Polonia, los Estados imperiales se negaron a concederla. En un primer momento la incorporación de Prusia al Sacro Imperio pareció algo viable, pero después el Gran Maestre cambió radicalmente su política y se subordinó, en la paz de Cracovia el 8 de abril de 1525, al sistema feudal del reino de Polonia. Esto significó la transformación del territorio eclesiástico de Prusia en un ducado seglar. Unos meses más tarde el anterior Gran Maestre Alberto, ahora «duque en Prusia», introdujo oficialmente la Reforma protestante en su territorio.

Estos sucesos causaron muchos problemas políticos que de ninguna manera ayudaron a aclarar la relación entre Prusia y el Sacro Imperio, ni durante la época de Carlos V ni tampoco más tarde. La Orden Teutónica no aceptó la subordinación feudal bajo Polonia y la transformación del territorio de la Orden en un ducado seglar y protestó ante el Emperador. En la Dieta imperial de 1526 el Maestre Teutónico presentó una querella contra el duque Alberto. El 6 de diciembre de 1527 Carlos V trasladaba al Maestre Teutónico la administración del oficio del Gran Maestre y el 24 de diciembre del mismo año el Maestre de Livonia de la Orden recibió su territorio como feudo del Imperio, lo que implicaba la entrada como príncipe del Imperio en el sistema feudal del mismo. Con todo esto el problema, si Prusia era parte del Imperio o no, quedaba todavía sin solución. En la Dieta imperial de Augsburgo de 1530 el Emperador enfeudó al Maestre Teutónico como administrador del Gran Maestre con todos los territorios de la Orden. Cuando los Estados imperiales confirmaron al Emperador como juez supremo en el asunto de Prusia, el Maestre Teutónico acusó al Duque Alberto ante el Tribunal de Cámara imperial. Carlos V además declaró nulo el tratado entre el Duque y el rey de Polonia de 1525 y mandó al duque abandonar dentro de ocho semanas su territorio o defender sus pretendidos derechos a Prusia ante el Tribunal de Cámara imperial. Cuando Alberto ignoró las órdenes, Carlos V, en 1532, le declaró proscrito por parte del Sacro Imperio. Todos estos sucesos muestran, con toda claridad, que ni el Emperador ni los Estados imperiales tenían las más mínimas dudas de que Prusia era parte del Sacro Imperio.

Además los intereses particulares de la Casa de Austria no permitieron la ejecución de las penas previstas por parte del Emperador y de los Estados imperiales, porque ni Carlos V ni Fernando I veían en el noreste una zona de un peso central para su política. Las guerras contra Francia y el Imperio Otomano tenían mucha más importancia. A causa de sus conflictos con los turcos Fernando I quería evitar una confrontación con el rey de Polonia y con parte de la Casa de Brandeburgo a la que pertenecía el nuevo duque en Prusia. Durante la guerra del Emperador contra la Liga de Esmalcalda soldados del duque Alberto ayudaron a los protestantes. Aunque después de la victoria de Mühlberg el Emperador estaba en el zenit de su poder político en el Sacro Imperio, ahora tampoco se ejecutó el castigo por tropas imperiales, aunque en el Imperio fueron cada vez más las voces que pedían la recuperación de Prusia. En 1551, al contrario, Carlos V quería negociaciones con el Duque. Aunque Alberto no consiguió el levantamiento de la proscripción imperial, su política oportunista entre la Casa de Austria, los adversarios de la misma dentro del Sacro Imperio y el rey de Polonia impidió una acción militar contra Prusia. Así podía asegurar el territorio para su dinastía. Resumiendo: aunque Prusia antes había tenido relaciones estrechas con el Imperio, durante el siglo XVI no entró en el sistema feudal del mismo, sino en el del reino de Polonia, que daba la protección que el Imperio nunca podía o quería ofrecerle.

El problema, si un territorio era parte del Sacro Imperio o no, tenía su relevancia política en situaciones concretas, como podemos ver en el Báltico en relación con Livonia, que, en parte, estaba gobernado por la Orden Teutónica, y al mismo tiempo por cuatro señores eclesiásticos, entre ellos el arzobispo de Riga y el obispo de Dorpat. Todos estos señores habían recibido al inicio del siglo XIII, por parte del Emperador, privilegios parecidos a los de la Orden Teutónica, aunque no eran feudatarios imperiales.

La rama de Livonia de la Orden Teutónica se había acercado, durante el siglo XV, más al Sacro Imperio por sus disputas con el reino de Polonia y Lituania. Este proceso todavía duró e incluso se intensificó durante el siglo XVI. Después de la secularización de los territorios teutónicos de Prusia por Alberto de Brandeburgo, el Maestre de Livonia recibió la infeudación por parte del Sacro Imperio el 24 de diciembre de 1527. Dos años más tarde los Estados imperiales exigieron a la Orden Teutónica en Livonia que pagara la ayuda imperial para la guerra contra el Imperio Otomano. Parece que incluso el cabildo de la catedral de Riga, que se sentía miembro del Imperio, quería contribuir a los gastos de esta guerra. En los decenios siguientes la unión entre Livonia y el Sacro Imperio fue frágil. Durante la segunda mitad del siglo XVI aumentó el peso de los moscovitas, de Suecia y de Polonia-Lituania en la región. Y cuando Livonia pidió ayuda imperial, ni el Emperador ni los Estados imperiales la ofrecieron decididamente.

El fracaso de la integración de los territorios de la Orden Teutónica en el Sacro Imperio muestra bastante bien los límites que el sistema feudal imperial tenía en la Baja Edad Media y en el siglo XVI. Durante la Edad Media la Orden no había pertenecido a ningún sistema feudal, sino dependía sólo del Papa y del Emperador. A partir del siglo XV había aumentado la presión de adherirse o al sistema feudal de Polonia o al del Sacro Imperio. Durante la época de Carlos V quedó sin aclarar definitivamente, si Prusia pertenecía a uno o a otro sistema feudal. Debido a que ni el Emperador ni los Estados imperiales quisieron usar la fuerza militar para solucionar el conflicto, ganó el rey de Polonia, en cuyo sistema feudal entró el territorio de Prusia, que para la política de los Austrias no tenía tanta importancia como otros objetivos políticos. Todavía menores eran las posibilidades e intereses del Imperio de influenciar el destino político de Livonia.

Por lo descrito, durante el siglo XVI es imposible intentar entender el Sacro Imperio sólo como un sistema feudal. El Imperio, como sistema político, quedó abierto y poco claro, sobre todo fuera de sus fronteras definidas.

Sencillo, ¿no? 🫠. El punto aquí es que la historia de las fronteras, las culturas, los nacionalismos y su consecuencia, las naciones-Estado, nunca es clara y es eternamente cambiante. Siempre hay espacio y “bases” para todo tipo de cuentos, historias y narrativas; no hay que caer presa de ideologías que muestran las cosas como si sólo fueran o blanco o negro, porque la historia es gris.

Cf.:

Francisco Pi y Margall: federalismo, localismo, libertad y Proudhon
Está muy en boga una teoría: la de las nacionalidades. Créese que la naturaleza y la historia determinan a una los límites de los diversos pueblos que ha de haber en el mundo, y que la tarea política de hoy consiste en reducirlos a esas fronteras o restituírselas. Esta teoría ¿es verdadera?

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