Confucio: Analectas, capítulo 15

Contexto Condensado

Seguimos caminando sobre la senda marcada por la Regla de Oro: ya la hemos visto presente en el Antiguo Egipto, en Persia y en la India: nos vamos ahora a la China. Y nos mantenemos, más o menos, en la misma época entre el siglo 6 y el siglo 5 antes de Cristo, esa época dorada en la que la filosofía—entendida como práctica de vida—comenzaba a brotar a borbotones, al mismo tiempo, en varios rincones de Eurasia.

Una historia bonita que creemos es que Pitágoras, Zoroastro, Buda—sobre quienes hemos leído recientemente—, Tales de Mileto, Hipócrates, Nehemías, Malaquías, Esdrás, Confucio y Lao Tse, todos vivieron por la misma época, que fueron casi contemporáneos. Aunque podemos leer a Juan Bautista Bergua notar, mientras habla de Zoroastro, que “Heródoto (486-406 antes de nuestra era), no tuvo noticias de él, pues de otro modo le hubiese mencionado y hasta adornado, según su costumbre, con alguna pintoresca leyenda”.

Las vidas de Pitágoras, Zarathustra, Lao Tse y Buddha se nos presentan rodeadas de misterios y fantasías, manchadas, como sucede siempre, por la mitificación de sus clubs de fans. Los humanos tenemos una manía rara—e interesante de observar—de querer adornar, con pintorescas leyendas, a los personajes que nos obnubilan. En el caso de los seguidores de pensadores, no nos basta con que hayan predicado y practicado el respeto al prójimo, la búsqueda de equilibrio y la vida virtuosa, y que para esta última todos hayan llegado a la misma máxima, regla de oro: “no hagás a los demás lo que no querés que te hagan a vos”.

En el caso de Zarathustra y Gautama Buda, la tenemos como máxima escrita por sus seguidores siglos después, basada en lo enseñado por los maestros. Pero en el caso de Confucio—cuyo club de fans fue uno de los más equilibrados que conoce la historia—, tenemos el adagio, supuestamente, pronunciado por él mismo.

La regla de oro aparece, de forma negativa, en el aforismo 24 del capítulo 15 de sus Analectas, que son una versión escrita, categorizada, de las enseñanzas que compartió el maestro Kong (K'ung-fu-tzu) en sus últimos años a sus discípulos. Leemos este extracto aquí traducido por Alfonso Colodrón (1998), y podemos notar una palabra clave: reciprocidad. No voy a ser yo quien hable más sobre el carácter que representa esta palabra en el idioma chino, sino uno de los sinólogos más importantes de la historia. Yo sólo lo voy a traducir del inglés, pero en la siguiente lectura.

Por ahora, te dejo con Confucio. Imaginate, si podés, en un pueblo del norte chino, cerca a la costa, sentado en el patio de una casa grande, hace 2500 años, escuchando las enseñanzas de un filósofo que no hacen más de 5 años que acaba de volver a la ciudad de un largo exilio político, y que antes de tener que irse por una revuelta, fue Ministro de Crimen y gobernador de un pueblo.

Autor: Confucio

Libro: Analectas (siglo 5 a.C.)

Capítulo 15

15.1. El duque Ling de Wei preguntó a Confucio acerca de la táctica militar. Confucio respondió: «Tengo alguna experiencia en el manejo de las vasijas rituales, pero nunca aprendí cómo manejar tropas.» Al día siguiente se marchó.

15.2. En Chen se quedó corto de provisiones. Los seguidores de Confucio quedaron tan débiles que no podían ya ponerse en pie. Zilu acudió a verlo y le dijo con indignación: «¿Cómo es posible para un caballero encontrarse en tal penuria?» El Maestro respondió: «Un caballero puede encontrarse sin duda en la penuria, pero sólo un hombre común puede alterarse por ello.»

15.3. El Maestro preguntó: «Zigong, ¿piensas que soy alguien que aprende muchas cosas y después las acumula?» —«Sin duda alguna; ¿acaso no es así?» El Maestro respondió: «No. Con un solo hilo las uno todas.»

15.4. El Maestro exclamó: «Zilu, ¡qué pocos son los que entienden la fuerza moral!»

15.5. El Maestro dijo: «Shun fue sin duda uno de los que sabían gobernar por medio de la no acción. ¿Cómo lo hacía? Se sentaba reverentemente en el trono, mirando hacia el sur. Eso era todo.»

15.6. Zizhang preguntó sobre la conducta: «El Maestro respondió: «Habla con lealtad y buena fe, actúa con dedicación y respeto, e incluso entre los bárbaros tu conducta será irreprochable. Si hablas sin lealtad y buena fe, si actúas sin dedicación y respeto, tu conducta será inaceptable, incluso en tu propio pueblo natal. Allí donde estés, debes tener presente siempre este precepto; hazlo grabar en el yugo de tu carruaje, y sólo entonces podrás avanzar.» Zizhang lo escribió en su banda ceremonial.

15.7. El Maestro dijo: «¡Qué recto era Shi Yu! Bajo un buen gobierno, era recto como una flecha; bajo un mal gobierno, seguía siendo recto como una flecha. ¡Qué caballero era Qu Boyu! Bajo un buen gobierno, utilizaba sus talentos. Bajo un mal gobierno, los escondía en su corazón.»

15.8. El Maestro dijo: «Cuando tratéis con un hombre que es capaz de entender vuestras enseñanzas, si no le enseñáis, hacéis que su talento se desperdicie. Cuando tratáis con un hombre que es incapaz de entender vuestras enseñanzas, si lo enseñáis, desperdiciáis vuestras enseñanzas. Un maestro sabio no desperdicia a un hombre ni desperdicia sus enseñanzas.»

15.9. El Maestro dijo: «Un hombre recto, un hombre que practica la humanidad, no busca la vida a expensas de su humanidad; por el contrario, habrá ocasiones en que dará su vida para realizar su humanidad.»

15.10. Zigong preguntó cómo practicar la humanidad. El Maestro respondió: «Un artesano que desea hacer un buen trabajo debe afilar primero sus herramientas. En cualquier país en el que os establezcáis, ofreced vuestros servicios al más virtuoso de los ministros y haceros amigos de aquellos caballeros que cultivan la humanidad.»

15.11. Yan Hui preguntó cómo gobernar un estado. El Maestro respondió: «Cumple con el calendario de Xia; monta en el carruaje de Yin; lleva el bonete de Zhou. En cuanto a la música, sigue el Himno de la Coronación de Shun y el Himno de la Victoria de Wu. Proscribe la música de Zheng. Apártate de los conversadores astutos. La música de Zheng corrompe. Los conversadores astutos son peligrosos.»

15.12. El Maestro dijo: «Un hombre que no se preocupa del futuro está condenado a preocuparse del presente.»

15.13. El Maestro dijo: «El hecho es que nunca he visto a un hombre que apreciase la virtud tanto como el sexo.»

15.14. El Maestro dijo: «¡Zang Sunchen “robó” su cargo! El sabía que Liuxia Hui estaba mejor calificado que él, pero no compartió su puesto con él.»

15.15. El Maestro dijo: «Exigid mucho de vosotros mismos, poco de los demás, y evitaréis la insatisfacción.»

15.16. El Maestro dijo: «No sé realmente qué debo hacer con aquellos que no se preguntan: “¿Qué debo hacer antes de emprender la acción?”»

15.17. El Maestro dijo: «No soporto a aquellos que son capaces de pasar todo el día exhibiendo su ingenio sin dar con una sola verdad.»

15.18. El Maestro dijo: «Un caballero toma la justicia como base, actúa conforme al ritual, habla de él con modestia y, por medio de la buena fe, lo hace fructificar. Así es como actúa un caballero.»

15.19. El Maestro dijo: «Un caballero siempre se resiente por su incompetencia, no por su anonimato.»

15.20. El Maestro dijo: «Un caballero se preocupa por la posibilidad de desaparecer de este mundo sin haberse hecho un nombre.»

15.21. El Maestro dijo: «Un caballero se exige a sí mismo; un hombre común exige a los demás.»

15.22. El Maestro dijo: «Un caballero es digno sin ser agresivo, sociable sin ser partidista.»

15.23. El Maestro dijo: «Un caballero no aprueba a una persona por expresar determinada opinión, ni rechaza una opinión por ser expresada por determinada persona.»

15.24. Zigong preguntó: «¿Hay alguna sola palabra que pueda guiarnos toda nuestra vida?» El Maestro respondió: «¿No sería la reciprocidad? Lo que no desees que te hagan a ti, no se lo hagas a los demás.»

15.25. El Maestro dijo: «En mi trato con los demás, acaso elogio a alguien?, ¿acaso culpo a alguien? Si elogio a alguien, es sólo después de haberlo examinado. Las personas de hoy son las mismas que en otro tiempo permitieron llevar un recto itinerario a las Tres Dinastías.»

15.26. El Maestro dijo: «Todavía puedo recordar que hubo un tiempo en el que cuando los escribas encontraban una palabra dudosa dejaban un espacio en blanco, y en el que los propietarios de caballos hacían que los nuevos fuesen probados por un experto. Hoy día, ya no se siguen esas prácticas.»

15.27. El Maestro dijo: «La conversación superficial arruina la virtud. Las pequeñas impaciencias arruinan los grandes planes.»

15.28. El Maestro dijo: «Cuando un hombre es rechazado por todos, habría que investigar. Cuando a todo el mundo le gusta alguien, habría que investigar.»

15.29. El Maestro dijo: «El hombre puede engrandecer la Vía. No es la Vía la que engrandece al hombre.»

15.30. El Maestro dijo: «Sin duda es un error no enmendar un error.»

15.31. El Maestro dijo: «En un intento de meditar, una vez pasé todo un día sin comer y la noche sin dormir, pero no me sirvió de nada. Es mejor estudiar.»

15.32. El Maestro dijo: «Un caballero busca la Vía, no busca un medio de vida. Arad los campos y tal vez sigáis hambrientos. Dedicaos al aprendizaje y tal vez tengáis un puesto. Un caballero se preocupa por encontrar la Vía, no se preocupa de que tal vez siga siendo pobre.»

15.33. El Maestro dijo: «Al final se pierde el poder que se alcanza gracias al conocimiento, pero que no puede mantenerse a través de la bondad. Pero el poder que se alcanza gracias al conocimiento y que se mantiene a través de la bondad puede no ser respetado por los demás si no se ejerce con dignidad. El poder alcanzado a través del conocimiento, mantenido por medio de la bondad y ejercido con dignidad, tampoco es el poder apropiado, si no se maneja conforme a los ritos del poder.»

15.34. El Maestro dijo: «Pueden confiársele grandes tareas a un caballero, ya que no se puede comprobar su capacidad en pequeños asuntos. A un hombre común no se le pueden confiar grandes tareas, pero se puede comprobar su capacidad en pequeños asuntos.»

15.35. El Maestro dijo: «La humanidad es más esencial para la gente que el agua y el fuego. He visto a hombres perder su vida por rendirse al agua o al fuego; nunca he visto a nadie perder su vida por rendirse a la humanidad.»

15.36. El Maestro dijo: «En el camino de la virtud, no tengáis miedo de superar a vuestro maestro.»

15.37. El Maestro dijo: «Un caballero tiene principios, pero no es rígido.»

15.38. El Maestro dijo: «Cuando se sirve al príncipe, la dedicación al deber debe ser prioritaria a cualquier pensamiento de recompensa.»

15.39. El Maestro dijo: «Mis enseñanzas se dirigen a todos sin hacer diferencias.»

15.40. El Maestro dijo: «No tiene sentido intercambiar puntos de vista con aquellos que siguen una Vía diferente.»

15.41. El Maestro dijo: «Las palabras sirven simplemente para comunicar.»

15.42. Mian, el maestro de música ciego, acudió a visitar a Confucio. Cuando alcanzó los peldaños, el Maestro advirtió: «Ten cuidado con los peldaños.» Llevándolo a su asiento, el Maestro dijo: «Aquí está tu asiento.» Cuando todo el mundo estaba sentado, el Maestro explicó, uno por uno, quién estaba sentado en cada lugar.

Cuando partió el maestro de música, Zizhang preguntó: «¿Es esta la forma de dirigirse a un músico?» El Maestro respondió: «Sí, ésta es la forma de guiar a un músico.»


Citado por:

James Legge: Confucio y el ponerse en el lugar del otro
“Lo que no te gusta cuando te lo hacen a vos, no lo hagás a los demás”. La naturaleza peculiar del idioma chino le permitió expresar esta regla con un carácter, que a falta de un término mejor podemos traducir al español como “reciprocidad”. Cuando se mira el ideograma, su significado salta al ojo.
Enciclopedia Católica: virtudes fundamentales en el confucianismo
Como base para una vida de perfecta bondad, Confucio insistió principalmente en las cuatro virtudes de sinceridad, benevolencia, piedad filial y decoro. La benevolencia, manifiesta en la consideración bondadosa por el bienestar de los demás y en la disposición a ayudarlos en momentos de necesidad.
Joseph McCabe: La ética cristiana (y su relación con la moral en el mundo)
La Regla de Oro de Cristo, tomémosla humanamente. Nadie va a amar a su prójimo como a sí mismo. No se puede hacer. Las emociones humanas no están hechas así. Un ideal debe ser algo realizable. Pero no tenemos que preocuparnos por esto, sino porque tenía siglos de antigüedad cuando Cristo la citó.

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