Blanca Catera y Rómulo Herrera, Santa Cruz y Bolivia
Capítulo 6 de la Antología de Ensayos Cruceños 1825-2025 (Biblioteca Cruceña del Bicentenario)
El texto que acabamos de leer se publicó en el diario La Nación —por entonces un proyecto recién nacido— el domingo 12 de julio de 1936, un año después del final de la guerra y tres años antes de que doña Blanca Catera Pittari se convirtiera en la directora de ese diario, siendo la primera mujer directora de un periódico cruceño. El diario La Nación, dicen las reseñas, fue fundado por su esposo, Rómulo Herrera Justiniano, a su retorno de la Guerra del Chaco.
Don Rómulo, empresario, periodista, ensayista, académico y educador, sería nombrado en 1939 rector de la Universidad. En su gestión se inauguraron nuevas carreras y se mandó a construir el flamante nuevo edificio de la universidad en la plaza central de Santa Cruz. Antes de la guerra, escribió una obra de teatro sobre La cuestión del Chaco Boreal (1928). Escribió ensayos sobre la pena de muerte y, aunque leímos que Enrique de Gandía lo pone entre los ‘separatistas’, en realidad era integracionista. En palabras de Gabriel René Moreno: «calcule el lector». Escribió Herrera un ensayo sobre El sentimiento bolivianista del pueblo de Santa Cruz (1936, Tipografía “Industrial”), sosteniendo que Santa Cruz de la Sierra no es un pueblo de origen guaraní (título del primer capítulo), recapitulando la participación cruceña en la defensa del territorio nacional, sobre todo en la Guerra de la Independencia y la del Chaco, y sosteniendo que, a pesar de las diferencias culturales entre oriente y occidente, el regionalismo cruceño es «un regionalismo noble y patriota», ya que «nunca Santa Cruz ha manifestado ideas de anexionismo y separatismo», haciendo eco de las ideas de los intelectuales e historiadores de su época. Como ellos, en esta obra explicó lo que Santa Cruz tenía para ofrecer al país, y lo que necesitaba para hacerlo, por lo que reclamaba su conexión con el resto de Bolivia. Leemos una sección de esta obra.
Doña Blanca, además de empresaria, periodista, cuentista, dramaturga, novelista y ensayista, también fue activista por los derechos de la mujer; especialmente el derecho al voto, y con mayor razón luego del fracaso de la Guerra del Chaco. Fue cofundadora de la Liga Femenina Internacional y presidente para Santa Cruz de la Legión Femenina de Educación Popular América. Bajo su dirección, cuenta María Elvira Álvarez Giménez, se creó una escuela nocturna para mujeres trabajadoras43. Según la edición de Ronald Roa Balderrama para la Universidad Gabriel René Moreno de las Obras completas de Rómulo Herrera Justiniano (2012), Blanca Catera habría nacido en Buenos Aires, «de padres italianos», y «habría pasado su infancia en Mendoza»; «llegó a Santa Cruz muy joven». Según Carlos Dabdoub, «durante la guerra del Chaco, llegó a ser madrina de una centena de soldados y una activa voluntaria de la Cruz Roja». «Murió cuando tenía cerca de 33 años»44.
La vida de la pareja llegaría a su fin en uno de los accidentes más trágicos en la historia del país. Se inauguraban, por fin, los inicios de unas obras de ferrocarril — aunque no las tan ansiadamente reclamadas, sino las que nos conectarían con el Brasil. Era el 4 de noviembre de 1940 y una comitiva se dispone a salir de Santa Cruz hacia Corumbá en el avión Juan del Valle del Lloyd Aéreo Boliviano. Eran en total catorce personas, entre ellas: el rector y la directora del diario; el prefecto, el coronel Genaro Blacutt, otro hijo condecorado de la guerra; el poeta, político y contralor del departamento, Agustín Landívar Zambrana; el catedrático, abogado y superintendente de la comisión para la construcción del ferrocarril, Adalberto Terceros Mendívil; José Agustín Saavedra Rivero, alcalde de Santa Cruz. El nieto de éste, Agustín Saavedra Weise, describe45:
«Juan del Valle fue un mítico aventurero español del Siglo XVI que anduvo buscando plata en zonas hoy bolivianas y grande fue su decepción al encontrar estaño, entonces sin ningún valor. Decepcionado, volvió a su país. Ese mismo lugar —tres siglos después— lo reencontró Simón Iturri Patiño en el momento estelar del estaño; fue el inicio de su inmensa fortuna. Al donar el avión al Gobierno Boliviano durante la Guerra del Chaco, el gran minero le puso el nombre de ese ignoto buscador de plata y así pasó a la historia. La aeronave perdida no fue encontrada prontamente pese a la larga búsqueda; la selva escondía en su seno la tragedia. Recién 14 meses después fueron descubiertos los restos de metal y de las infortunadas víctimas … La capital oriental era en 1940 una aldea de apenas 28.000 habitantes, pero que ya tenía mediante esos desafortunados viajeros mucha fe en su futuro, hoy promisorio presente».
43 Mouvement féministe et droit de vote en Bolivie (1920-1952), Buenos Aires, 2017, TeseoPress.
44 Mujeres en la historia cruceña, Segunda edición, p. 148; Santa Cruz, 2021 (primera edición en 2020); imprenta Imago Mundi.
45 La casi olvidada tragedia del Juan del Valle, 80 años después, noviembre de 2020, El Deber, Santa Cruz.
Autor: Rómulo Herrera
Libro: El sentimiento bolivianista del pueblo de Santa Cruz
Capítulo 3: El pueblo cruceño a través de la Guerra de la Independencia
Sección 1
Llegada la época en que los pueblos de la América del Sud dieron el grito libertario, cansados de la opresión española, el pueblo de Santa Cruz, siempre viril y altivo, no esperó, como lo hizo el Paraguay, que le llevasen de fuera “la buena nueva”, para rechazarla con las armas en la mano, sino que fue de los primeros en pronunciarse en favor de la independencia americana, haciendo en la capital cruceña, la revolución que se produjo el 24 de septiembre de 1810.
Y fue en suelo cruceño donde se libró la batalla más sangrienta de las que registra la historia de la guerra emancipadora, me refiero a la memorable batalla del Pari, en la que, de tres mil combatientes, sólo quedaron doscientos, con los cuales el feroz Aguilera no se atrevió, sino después de tres días, a entrar a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en donde envió al patíbulo a novecientas catorce personas de todo sexo y edad y luego a las de “Colonias de Purificación”, a cientos y cientos de otras más, a “purificarse de su amor por la libertad”, como él decía. Este hecho de armas, los historiadores Ordóñez López y Crespo, en su obra Bosquejo de la Historia de Bolivia, condénsalos en los siguientes términos:
«Pocos días después de la batalla del Villar, Aguilera marchó con 1600 hombres sobre Warnes. En las inmediaciones de Santa Cruz, en un lugar llamado el Pari, se encontraron ambos ejércitos a las once de la mañana del 21 de noviembre. Allí se efectuó uno de los combates más sangrientos de que se tenga recuerdo. Caía la noche y proseguía el combate, que más que batalla era una carnicería de exterminio. Por fin, agotándose ya los combatientes, entre los montones de cadáveres, cayó Warnes atravesado de un bayonetazo. Aguilera entró a Santa Cruz sólo con 200 hombres. En ese combate asombroso, de 3.000 combatientes, murieron 2.800 en el campo de batalla. La cabeza de Warnes fue puesta en una picota, y a la matanza espantosa del Pari siguió todavía la ejecución de 914 personas de toda edad y sexo.»
No olvidemos que el triunfo de la batalla de Florida, que gran trascendencia tuvo en la lucha emancipadora, hasta el punto de que la República Argentina ha bautizado con este nombre a una de las principales calles de la ciudad de Buenos Aires, en homenaje a tan glorioso hecho de armas, fue obra de los cruceños que combatieron por la libertad de los pueblos altoperuanos.
Los citados historiadores Ordóñez y Crespo, al referirse a este glorioso hecho de armas, que definió la Independencia argentina, hacen el siguiente resumen:
«Pezuela envió contra Arenales una división, que encontrándolo a éste, antes de organizadas sus fuerzas, lo batió en San Pedrillo. Luego la misma división tuvo dos encuentros con las fuerzas de Warnes en Horcas y Petacas, obligándolo a retirarse con sus tropas e incorporarse con Arenales. Éste, viendo reforzadas sus tropas, esperó al general Blanco, que comandaba la división realista, y en la Florida se trabó un sangriento combate, en el que pereció Blanco y el triunfo fue tan completo, que la división realista quedó totalmente destrozada. Esta acción se realizó el 25 de mayo de 1814, y en ella el arrojo acostumbrado del patriota Arenales, lo hizo alejarse completamente de sus soldados al perseguir a unos jinetes realistas, quienes volvieron a grupas y lo acuchillaron, dejándolo por muerto y lleno de heridas, de las que salvó para adquirir después mayores glorias.»
Idéntica afirmación podemos hacer de la batalla de Santa Bárbara, donde el ínclito guerrillero Warnes, siempre a la cabeza de los cruceños, derrotó completamente a las fuerzas realistas que se encontraban comandadas por Altoaguirre y Udaeta, muriendo el primero en la batalla y huyendo el segundo al Matogroso. En esta acción, se puso una vez más a prueba, el heroísmo del soldado oriental.
Autora: Blanca Catera
Artículo: Santa Cruz
Santa Cruz es uno de los pueblos señalados por el destino a ocupar un sitio prominente en el concierto de los Departamentos de Bolivia. A pesar de haber pasado tantos años, flota en el ambiente de esta zona el alma de los españoles como avasallando los antiguos dominios que ellos conquistaron. Será una consecuencia lógica del proceso histórico, una complementación evolutiva que ha venido eslabonándose desde los tiempos hispanos, pero desde entonces el cruceño es español; español en costumbres, en sentimientos y en corazón; y es de esta raza indo-castiza de donde se espera que nazca un pueblo nuevo, completamente boliviano ahora, después que ofrendó miles de vidas por salvar el honor de Bolivia.
Un viaje a Santa Cruz es el complemento indispensable y necesario de una estancia del turista en Bolivia, solo conociendo el paisaje cruceño, su vida rural, la riqueza de sus campiñas y de su ganadería, se comprenderá todo lo que puede dar esta tierra que es desconocida por sus mismos hijos, que aún no han sabido apreciar su magnificencia y la fertilidad bondadosa de su suelo; tierra maravillosa que merece ser tratada en otra forma, que merece ser más comprendida, que habría que apreciarla en lo que vale, pues ella sabe corresponder con creces a cualquier pequeño sacrificio que en su favor se haga.
Santa cruz no tiene bellezas históricas que mostrar al viajero, no tiene grandes monumentos ni castillos feudales, pero viajando por la zona de Warnes, Sara e Ichilo veremos su vegetación espléndida; si recorremos la zona de Vallegrande y Florida nos sentimos empequeñecidos por la imponente serranía andina, si viajamos por la zona de Cordillera nos encantamos mirando la vertiginosa corriente de sus ríos, si por la zona de Chiquitos, Velasco y Ñuflo de Chávez, la sombra soñadora de sus palmares, la riqueza de su suelo y de su ganadería causan admiración al viajero; en todo esto y en muchas cosas más que sería largo enumerar está precisamente el grandioso porvenir de Bolivia. En toda esta región llena de riquezas inexplotadas, en que se espera la civilización y el progreso con paciente resignación, es de donde surgirá la Bolivia nueva, la Bolivia rica del futuro.
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