A Don Germán *

Mirando la final del US Open entre Alcaraz y Ruud, me acordé de ese sueño que tuve hace unos meses, en el que conversaba con don Germán, un señor que trabajó muchos años con mi familia cuidándonos el sueño y el hotel. Es un señor mayor, y donde sea que esté en estos días, le mando un abrazo.

Mirando la final del US Open entre Alcaraz y Ruud (qué partido 🙌🏾, btw), me acordé de ese sueño que tuve hace unos meses, en el que conversaba con don Germán, un señor que trabajó muchos años con mi familia cuidándonos el sueño y cuidando el hotel Las Palmas. Don Germán es un señor mayor, y donde sea que esté en estos días, le mando un abrazo. Sepa que me soñé con usted, usted tenía la misma edad de hace 10 años, yo tenía la misma de hoy día. Nuestra conversación no transcurría en el lobby del hotel, ni en la puerta, ni en el parqueo, sino en el ingreso de la casa del condominio donde vivimos con mi familia cuando yo era niño. Usted estaba haciendo la ronda de las 11 de la noche, hora en la que se apagaban las luces. Una por una, farol por farol: automatizar el proceso le quitaría humanidad al asunto. Imaginate ser niño, estar jugando en la calle, y que de un momento a otro te apaguen las luces. No, la cosa se hacía por pasos, despacio, con cariño: muchachos, es hora de dormir. Un aviso tras otro, farol por farol, con las conversaciones de turno, si tocaba, en cada poste. En el poste de mi casa le tocó conversar conmigo, don Germán. Nos gustaba charlar. Siempre había un chiste de por medio, una picardía, una confesión, y un pedacito de filosofía. Esa noche, en ese sueño, usted me decía, melancólicamente, abrazado del poste de luz, mirando la luna:

“¿Vio el partido de anoche de Nadal? Ay… qué lindo que juega al tenis. ¿Sabe usted? Yo pues me alegro cuando él gana. Sigo todingos sus partidos. Pero es raro oiga, porque yo siento que yo gano cuando él gana. ¿Cómo pues voy a sentir que yo gano cuando él gana? Imagínese que me lo tope algún día: ¿cómo le explico eso? ¿cómo le digo? ¿cómo le agradezco? Porque le tengo que dar las gracias.”

No tengo mayor memoria del sueño, porque ese rato me desperté. Sólo sé que le sonreía, don Germán. Y le agradecía. Yo a usted. Por la alegría, por las cortesías, por la reflexión, porque yo tampoco me lo explico. ¿Cómo es posible que yo sienta que gane cuando ganan otros, y yo no tuve nada que ver, y yo en realidad no gano nada, porque ni siquiera apuesto? ¿Cómo es que por una victoria ajena yo soy parte, con muchos otros, de una tribu de ganadores? ¿Cómo es posible que se transmita la felicidad así? ¿A través de un resultado, a través de una imagen, a través de un sueño?

Quise volver a dormir para recuperar el momento, pero las luces ya estaban apagadas.


#más sentido común, por favor