Séneca: la brevedad de los días y las noches
Toda dilación del acontecimiento esperado es para ellos larga; en cambio ese momento que desean es breve y veloz, mucho más breve por culpa de su fallo; los días no son para ellos largos, sino odiosos; al contrario ¡qué escasas les parecen las noches que pasan en brazos de sus putas o entre copas!
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Autor: Séneca
Ensayo: De la Brevedad de la Vida (año 49)
Capítulo 16
Es muy corta y desasosegada la vida de aquellos que olvidan las cosas pasadas, descuidan las presentes, abrigan temores del porvenir: cuando llegan al final, comprenden tarde los pobres cuánto tiempo han estado ocupados en no hacer nada.
Y no hay razón para que creas demostrar que ellos viven una vida larga según el argumento ese de que de vez en cuando llaman a la muerte: los atormenta la imprevisión en medio de pasiones vagas y que desembocan en lo mismo que más temen: desean a menudo la muerte justamente porque la temen.
Tampoco es un argumento para que los pongas entre los que viven mucho tiempo el hecho de que la jornada les parezca larga, el hecho de que, hasta que llega el momento convenido de la cena, se quejan de que las horas marchan lentas; y es que si alguna vez las ocupaciones los dejan libres, se requeman desamparados en medio de la desocupación y no saben cómo organizarla, cómo salvarla. De manera que aguardan alguna ocupación concreta y todo el tiempo que hay en medio les es pesado, tanto, vaya que sí, como cuando se ha anunciado la fecha de un espectáculo de gladiadores, o cuando se espera la convocatoria de un festival o una diversión, quieren saltarse los días intermedios.
Toda dilación del acontecimiento esperado es para ellos larga; en cambio ese momento que desean es breve y veloz, y mucho más breve por culpa de su fallo; pasan huyendo de un sitio a otro y no pueden detenerse en un solo deseo. Los días no son para ellos largos, sino odiosos; por el contrario ¡qué escasas les parecen las noches que pasan en brazos de sus putas o entre copas!
De ahí vino también el delirio de esos poetas que alimentan con sus fábulas los errores de los hombres, pues, según ellos, Júpiter, lisonjeado las delicias de la cohabitación, hizo que una noche durara el doble.[1]
¿Qué otra cosa es sino inflamar nuestros vicios eso de poner a los dioses en la lista de sus promotores y dar a nuestros padecimientos licencia excusada con el ejemplo divino? ¿Pueden a ésos no parecerles cortísimas unas noches que compran tan caras? Pierden el día aguardando la noche y la noche temiendo el alba.
Nota del traductor: Júpiter, enamorado de Alcmena, esposa de Anfitrión de Tebas, tomó la apariencia del marido ausente para acostarse con ella. A fin de disfrutar más tiempo del adulterio alargó la noche. Escenificó el lance Plauto en su conocido drama cómico Anfitrión. ↩︎
Cf. de Philosophy Break:
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Citado en:
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