Platón: Critias — parte 2
Descripción de Atenas, orden político y geografía durante la época del Imperio Atlante.
Platón
“Critias“
[Parte 2: El Imperio Atlántida (109b-112e):
Descripción de Atenas, orden político y geografía durante la época del Imperio Atlante.]
En una ocasión, los dioses distribuyeron entre sí las regiones de toda la tierra por medio de la suerte —sin disputa; pues no sería correcto afirmar que ignoraban lo que convenía a cada uno ni, tampoco, que, a pesar de saberlo, intentaban apropiarse unos y otros de lo más conveniente a los restantes por medio de rencillas. Una vez que cada uno obtuvo lo que le agradaba a través de las suertes de la justicia, poblaron las regiones y, después de poblarlas, nos criaban como sus rebaños y animales, como los pastores hacen con el ganado, sólo que no violentaban cuerpos con cuerpos, como los pastores apacientan las manadas a golpes, sino como es más fácil de manejar un animal: dirigían desde la proa. Actuaban sobre el alma por medio de la convicción como si fuera un timón, según su propia intención, y así conducían y gobernaban todo ser mortal. Mientras los otros dioses recibieron en suerte las restantes regiones y las ordenaron, Hefesto y Atenea, por su naturaleza común —su hermana por provenir del mismo padre y porque por amor a la sabiduría y a la ciencia se dedicaban a lo mismo—, recibieron ambos esta región como única parcela, apropiada y útil a la virtud y a la inteligencia por naturaleza, implantaron hombres buenos, aborígenes, e introdujeron el orden constitucional en su raciocinio[1]. De éstos se conservan los nombres, pero sus obras y hazañas desaparecieron a causa de las destrucciones que sufrieron los que las heredaron y por la gran cantidad de tiempo transcurrido desde entonces. En efecto, los que en cada ocasión sobrevivían, como ya fue dicho anteriormente, eran cerriles y analfabetos[2] , de modo que sólo se habían enterado de los nombres de los gobernantes del país y, además de éstos, de muy pocas hazañas. A sus hijos les pusieron los nombres porque les agradaban, aunque no conocían las excelencias y las leyes de los anteriores, con excepción de algunos oscuros relatos sobre individuos particulares. Al carecer de lo necesario durante muchas generaciones, ellos y sus hijos se fueron despreocupando de lo acontecido una vez en el pasado porque prestaban atención y hablaban sólo de aquello de lo que carecían. En efecto, la mitología y la investigación de las antigüedades llegan a las ciudades al mismo tiempo que el ocio, cuando ambas observan que algunos ya están provistos de lo necesario para la vida, no antes. De esta manera, pues, se conservaron los nombres de los antiguos sin sus hechos. Afirmo esto sobre la base del testimonio de Solón, que decía que los sacerdotes al relatar la guerra de entonces mencionaban los nombres de Cécrope[3], Erecteo[4], Erictonio[5], Erisictón[6] y la mayoría de los restantes anteriores a Teseo de los que hay recuerdo. Lo mismo sucedía en el caso de las mujeres. Además, el aspecto de la estatua de la diosa: que los de entonces la representaran con una imagen armada según aquella costumbre que hacía cumplir las mismas funciones en la guerra a las mujeres y a los hombres es una demostración de que todos los miembros de un rebaño, hembras y machos, están en condiciones, por naturaleza, de practicar en común la virtud correspondiente a cada clase.
En aquel tiempo, los restantes ciudadanos habitaban en esta región dedicados a la artesanía y al cultivo de la tierra, y los guerreros, a los que desde el comienzo habían separado hombres divinos[7], vivían aparte, con todo lo necesario para la alimentación y la educación, sin que ninguno poseyera nada propio, ya que consideraban que todo era común a todos y no pretendían que debieran recibir de los otros ciudadanos más que la alimentación necesaria, dedicados a la práctica de todas las costumbres e instituciones que ayer mencionamos con relación a los guardianes que habíamos supuesto teóricamente[8]. También se contaba de manera fidedigna y verdadera lo relativo a nuestra región: en primer lugar, que entonces tenía unas fronteras que se extendían hasta el Istmo y, en el resto de la tierra firme, hasta las cimas del Citerón y el Parnes y que el límite bajaba con la Oropía a la derecha y a la izquierda bordeando el Asopo desde el mar y que esta región superaba en calidad a toda la tierra. Por ello entonces era también capaz de alimentar a un gran ejército exento de las actividades agrícolas. Una prueba contundente de su calidad: lo que ahora queda de ella puede competir con cualquier otra región por la variedad y bondad de su producción agrícola y por poseer buenos pastos para todo tipo de animales. Entonces, además de la calidad, también producía todo esto en abundancia. ¿Cómo puede ser esto plausible y en qué sentido podría afirmarse con razón que es un resto el suelo de entonces? Toda la región que se interna profundamente en el mar a partir de la tierra firme es como un cabo. El mar que la rodea es profundo cerca de la costa en todas partes. Como se produjeron muchas y grandes inundaciones en los nueve mil años[9]—pues todos esos años transcurrieron desde esa época hasta hoy— lo que se desliza desde las alturas en los procesos que tienen lugar en estos tiempos no se apila, como en otros lugares, en un montículo digno de mención, sino que fluye siempre en círculo y desaparece en la profundidad. En comparación con lo que había entonces, lo de ahora ha quedado —tal como sucede en las pequeñas islas— semejante a los huesos de un cuerpo enfermo, ya que se ha erosionado la parte gorda y débil de la tierra y ha quedado sólo el cuerpo pelado de la región. Entonces, cuando aún no se había desgastado, tenía montañas coronadas de tierra y las llanuras que ahora se dicen de suelo rocoso estaban cubiertas de tierra fértil. En sus montañas había grandes bosques de los que persisten signos visibles, pues en las montañas que ahora sólo tienen alimento para las abejas se talaban árboles no hace mucho tiempo para techar las construcciones más importantes cuyos techos todavía se conservan. Había otros muchos altos árboles útiles y la zona producía muchísimo pienso para el ganado. Además, gozaba anualmente del agua de Zeus, sin perderla, como sucede en el presente que fluye del suelo desnudo al mar; sino que, al tener mucha tierra y albergar el agua en ella, almacenándola en diversos lugares con la tierra arcillosa que servía de retén y enviando el agua absorbida de las alturas a las cavidades, proporcionaba abundantes fuentes de manantiales y ríos, de las que los lugares sagrados que perduran hoy en las fuentes de antaño son signos de que nuestras afirmaciones actuales son verdaderas.
Tal era entonces por naturaleza el resto del país, al que cultivaban, como es probable, verdaderos agricultores, que hacían sólo eso, amantes de lo bello y de buena naturaleza y que disponían del mejor suelo, de agua en abundancia y, de estaciones templadas de la mejor manera sobre la tierra[10]. En esta época, la ciudad estaba establecida de la siguiente manera. En primer lugar, la acrópolis no era entonces como es ahora, pues ahora una noche de lluvia torrencial erosionó toda la tierra que la rodeaba y la dejó desnuda, pues hubo terremotos unidos a un gran diluvio, el tercero[11] antes de la destrucción en época de Deucalión[12]. En cuanto a su tamaño anterior en la otra época, alcanzaba hasta el Erídano y el Iliso e incluía en su interior el Pnix con Licabeto como límite del lado opuesto del Pnix. Estaba toda cubierta de tierra y era llana en su parte superior, salvo en unos pocos lugares. Los artesanos y los campesinos que labraban los campos de las cercanías habitaban en el exterior a los pies de sus laderas. El estamento de los guerreros ocupaba independiente y aislado el sitio superior alrededor del templo de Atenea y Hefesto, circundado una valla como el jardín de una casa. Habitaban la parte norte de la acrópolis, donde habían construido habitaciones comunes y comedores para el invierno y todas las construcciones de ellos y los templos de los dioses que convenía que tuviera la república común, sin oro ni plata —pues no los usaban nunca para nada, sino que buscaban el término medio entre la prepotencia y la pusilanimidad y habitaban en casas ordenadas, en las que ellos y los hijos de sus hijos envejecían y traspasaban siempre en el mismo estado a otros semejantes. Usaban la parte sur, que habían dejado como instalaciones de verano para jardines, gimnasios y lugares de comida en común, con esa finalidad. En el lugar que ocupa en el presente la acrópolis, había una fuente de la que quedaron los pequeños manantiales actuales en círculo cuando los terremotos la cerraron. A todos los de entonces les proporcionaba una corriente abundante, templada en invierno y en verano. Con esta configuración habitaban el lugar, guardianes de sus conciudadanos y caudillos de los otros griegos por la voluntad de éstos, y cuidaban que el número de hombres y mujeres, el de los que ya eran capaces de luchar y el de los que todavía lo eran, permaneciera siempre constante, alrededor de veinte mil.
Puesto que éstos eran así y de una manera semejante gobernaban siempre con justicia su ciudad y el resto de Grecia, en toda Europa y Asia eran famosos por la belleza de los cuerpos y la completa excelencia de las almas y los más renombrados de todos los de aquel tiempo. Ahora, si no quedamos despojados del recuerdo de lo que escuchamos cuando aún éramos niños, os expondremos cuáles eran las cualidades de los que lucharon contra ellos y cómo nacieron en un principio, para que estos mismos relatos os sean comunes a los amigos.
Nota del Traductor: Tal como lo muestra todo el relato del Critias no se trata de un cuidado directo de los dioses, sino a través del correcto orden implantado en la sociedad y en el alma de los hombres. ↩︎
Nota de Conectorium: Cf. Timeo: “…un torrente celestial que deja sólo a los iletrados e incultos, de modo que nacéis de nuevo, como niños…” ↩︎
Nota del Traductor: Cécrope era una divinidad protectora del antiguo palacio real en la acrópolis ateniense que la leyenda convirtió en el fundador y primer rey de Atenas. Según esta versión realizó el primer censo, dio las primeras leyes, introdujo la monogamia, el primer alfabeto y la sepultura de los muertos, en vez de su cremación. Durante su reinado se decidió la disputa entre Poseidón y Atenea por la posesión de Ática en favor de la segunda. ↩︎
Nota del Traductor: Según la leyenda, padre de Cécrope. ↩︎
Nota del Traductor: Originariamente coincidía con Erecteo. Luego se separaron, sin que esta separación fuera mantenida de manera consecuente. En las genealogías aparece como abuelo de Erecteo, hijo de Hefesto y Atenea o de Hefesto y una hija de Cránao. ↩︎
Nota del Traductor: Hijo de Cécrope y Aglauro que murió antes que su padre en el viaje de regreso de Delos, de donde traía la estatua de madera más antigua de la diosa Ilitía. ↩︎
Nota del Traductor: Cf. Timeo 18c. ↩︎
Nota del Traductor: Cf. Timeo 17c-19b. ↩︎
Nota del Traductor: Como se ve Critias supone otras inundaciones luego del hundimiento de la Atenas primitiva mencionado en Timeo 25c-d.
Nota de Conectorium: David Antelo Justiniano, en el capítulo 7 de su libro Atlántida — Los Paraísos Perdidos, hace y explica un extenso análisis sobre estos "9000 años", que corresponderían, en realidad, no a "años solares" sino "lunares", casi que cada año sería un mes, con algunos días de variación. Este detalle se convertirá en una de las claves de su investigación. ↩︎Nota del Traductor: Cf. Timeo 24c-d. ↩︎
Nota del Traductor: La enumeración de Critias parecería indicar que Platón sostenía la existencia de al menos dos diluvios importantes, después de la destrucción de la Atenas primitiva: el de Deucalión y otro anterior. ↩︎
Nota del Traductor: Héroe del diluvio griego, hijo de Prometeo y Clímene. Cuando Zeus decidió destruir el género humano por su corrupción e inundar la mayor parte de Grecia, Deucalión construyó un arca con la que navegó durante nueve días junto a Pirra, su mujer. Cuando se retiran las aguas desembarca en Otris en la región de la Ftiótide, el Parnaso. Calcidia, el monte Atos o incluso el Etna según las diversas versiones de la leyenda. ↩︎